Los chismes cotizaban en esa época

Realmente existió: Whistledown, la misteriosa cronista de Bridgerton y sus versiones reales

La identidad verdadera de Lady Whistledown es uno de los grandes misterios que nos atrapan de la primera temporada de Los Bridgerton. Y aunque no existió este personaje histórico, en la Londres de 1700 y 1800 hubo un sinfín de publicaciones anónimas que ventilaban chismes de la aristocracia.
lunes, 1 de febrero de 2021 · 10:46

Entre otras cosas, uno de los atractivos de la exitosa serie de Netflix, Los Bridgerton es que nos permiten reconstruir y descubrir las tradiciones de la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX; con sus rasgos distintivos más característicos; y también de los actores de esta época georgiana.

Una era en la que el "qué dirán" era tan o más importante que lo que cada familia de la nobleza y la clase alta realmente eran. Y donde lo importante era dar una buena imagen, por más que -puertas adentro- las camas, cuartos y relaciones estuviesen prendidas fuegos. Incluso, en la serie de Shonda Rhimes encontramos a un personaje clave: Lady Whistledown.

Esta misteriosa mujer, la encargada de una publicación periódica y anónima en la que se ventilaban todas las intimidades y "chismes" de la alta alcurnia; era la debilidad de todos los habitantes de aquella Londres. Y su identidad, más allá del pseudónimo con el que firmaba; también era la razón de desvelo de los personajes más influyentes (con la Reina a la cabeza).

Fuente: Instagram @bridgertonnetflix

Si aún no viste la primera temporada, no vamos entonces a develar la identidad de esta misteriosa mujer. Pero si aprovecharemos para contarte algo: en la Inglaterra de aquellos años existió realmente un sinfín de publicaciones anónimas y dedicadas a ventilar intimidades de la realeza, la nobleza y los personajes de la clase alta. ¡Y sus columnas eran esperadas por todos!.

Casos reales

A mayor cantidad de lujos, dotes y renombre que rodeaban a una familia; mayor eran también los escándalos que se ventilaban en estas publicaciones. Los propios aristócratas se salían de sí mismos para leer estas publicaciones con las desventuras de sus pares; al tiempo que se encomendaban al mismísimo Dios para que sus escándalos no fuesen las que ocuparan esas páginas.

La propia Rhimes se inspiró en una constante que distinguió a la rutina de la Inglaterra de 1700 y 1800 en la vida real: las publicaciones de chismes. A fines del siglo XVII, Londres autorizó a que no existiera un tope para la cantidad de imprentas en esa ciudad, lo que llevó a que estos establecimientos se multipliquen. Y el poder y la figura del rey iban en caída.

Fuente: Instagram @bridgertonnetflix

Un siglo después, culminando el siglo XVIII y en los primeros años del XIX, la población de Londres creció exponencialmente; y los escándalos también crecieron de forma proporcional al crecimiento demográfico. Estos aspectos, sumados al descontento por gastos innecesarios por parte de los designados de la monarquía, derivaron en un descontento popular.

En ese contexto y con la imprenta ya convertida en algo masivo, las publicaciones anónimas con chismes e información privada del príncipe regente, de los nobles y de la aristocracia fueron en expansión. Tanto que, como en Los Bridgerton, eran esperadas con ansias por toda la población. Y los leían desde los más humildes hasta los miembros de La Corona.

"En 1769, varios periódicos informaron que ‘una cita en el White en St. Albans entre L. G. y cierto gran D...e, quedó desconcertada por la intrusión forzosa del caballero de mi señor’", según reconstruyó Stella Tillyard en un artículo publicado en History Today; donde analizó algunos de estos chismes convertidos en tabloides.

Por supuesto que entre los londinenses de aquellos años, las iniciales fueron fácilmente descifradas: el gran duque era el hermano del rey, el duque de Cumberland; y su amante era la bella Lady Grosvenor, miembro de la alta sociedad. "Esperaban con lujuria el próximo capítulo", describió Tilyard.

Las publicaciones de aquella época también se especializaron y dedicaron columnas con todo tipo de detalles sobre la vida sexual de la aristocracia inglesa. Entre estas publicaciones, se destacaba The Morning Post, que quedó en la historia por sus escandalosas y chismosas historias. 

Incluso, esta publicación creó un mecanismo por demás polémico: la gente podía desembolsar dinero para que se publiquen párrafos halagadores sobre ellos, o también a cambio de que se eliminen detalles realmente escandalosos que los involucraban. Las historias incluían información de infidelidades y hasta de desafíos a duelos por el honor.

Al igual que Whistledown y tal como se ve en Los Bridgerton, The Morning Post también incluía todo el chusmerío de los bailes de la alta sociedad. Y las hipótesis y chismes sobre las parejas, infidelidades y acuerdos eran moneda corriente en estas publicaciones.