Intimidades
Chavo del 8: el gran beneficio que le dio Chespirito a Don Ramón pero le negó a Quico hasta el día de su muerte
Una vez que finalizaron las emisiones del Chavo del 8 en la televisión, los actores que formaron parte del elenco quisieron trabajar con sus personajes por fuera de la ficción pero no a todos se lo permitieron.La serie El Chavo del 8 es una de las producciones favoritas del público de todos los tiempos. Si bien actualmente no está al aire en los canales de la región por una disputa entre los herederos de Chespirito y la cadena Televisa, los televidentes se encargan de mantener el contenido vigente a través de las redes sociales.
Una vez que finalizaron las emisiones del Chavo del 8 en la televisión, los actores que formaron parte del elenco quisieron trabajar con sus personajes por fuera de la ficción pero no a todos se lo permitieron y allí fue donde comenzaron los problemas con Roberto Gómez Bolaños.
Uno de los actores más afectados con esta decisión fue Carlos Villagrán, quien le dio vida a Quico. Pues Chespirito registro los derechos a su nombre y no cedió ante los pedidos del actor que se mudó de país con su personaje y hasta le cambió la inicial a Kiko para poder trabajar, pero el éxito no fue el mismo.
Quien si obtuvo el gran beneficio de quedar con los derechos de su personaje por parte de Chespirito fue el difunto Ramón Valdés. En más de una ocasión Roberto Gómez Bolaños explicó que gran parte de lo que hacía y decía Don Ramón no estaba guionado ni era parte del libreto sino mera improvisación por parte de este genio del humor.
Chespirito reconoció publicamente que cuando le propuso el papel de Don Ramón a Valdés sólo se limitó a decirle: “Sé tú mismo”.Sin ir más lejos las conocidas frases “¡Si serás, si serás!”, y “Con permisito, dijo Monchito" fueron de plena autoría de Valdés. Pero una vez que terminó su participación en el Chavo del 8 poco pudo lucrar con su personaje porque al poco tiempo enfermó y finalmente murió. Por su parte, Carlos Villagrán al día de hoy sigue insitiendo en que los derechos deberían haber sido siempre de quienes le pusieron el cuerpo a los personajes.