Con 2 ingredientes: cómo limpiar el oro y que tus joyas queden relucientes

Para limpiar el oro no necesitaremos de un amplio abanico de ingredientes. Es que solo con pasta de dientes y bicarbonato de sodio podremos dejar nuestras joyas relucientes, más todavía si hablamos del tan popular anillo de oro. Entonces, si tenés este tipo de accesorios, será mejor que tomes nota de los consejos que te brindaremos a continuación.

Sabemos que el oro es un material caro y sofisticado, por lo que tener joyas de este metal precioso será sinónimo de poder y riqueza. Aunque algunas sociedades acostumbran regalar anillos de estas características para compromisos y bodas, por lo que probablemente tengas uno (o algún integrante de tu familia). Y para tratar este accesorio delicado y dejarlo brillante debemos tomar algunos recaudos porque es difícil de cuidar.

En consecuencia, si te preguntás cómo limpiar el oro sin dañar el accesorio, tendrás que acudir a las bondades del dentífrico y del bicarbonato de sodio. Es que las propiedades de ambos lo posicionan como los mejores agentes de limpieza, sumado a su bajo costo económico. Aunque, antes de contarte la forma de hacerlo, es menester que realices una pequeña prueba en partes no visibles de brazaletes, anillos o aros para comprobar si tu alhaja es genuina y el material no es corrosivo.

Si tenemos un anillo de oro que deseamos limpiar porque tiene manchas negras y opacas, la pasta de dientes será una gran opción. Para ello tendremos que colocar la pasta en el accesorio y dejar actuar durante 10 minutos. Transcurrido el tiempo frotaremos suavemente con un paño limpio de microfibra. De esta forma notará cómo volvió su brillo.

Por último, para limpiar el oro y devolverle la vida a las joyas, podremos acudir a los servicios del bicarbonato de sodio. Solo tendremos que colocar el brazalete, los aros o el anillo de oro en un recipiente con agua y espolvorear bicarbonato hasta que se cubra por completo. Luego todo pasará por baño maría durante algunos minutos, retiraremos del fuego y cepillaremos las alhajas suavemente para, finalmente, enjuagar con agua fría y secar con un paño de microfibra.