¿Qué pasa si tomo licuado de fresa con leche de almendras todos los días en el desayuno?

En el universo de las comidas saludables, el licuado de fresa con leche de almendras ha ganado protagonismo. Su delicioso sabor y su bajo contenido calórico, lo han convertido en la opción predilecta de quienes buscan cuidar su cuerpo desde la primera comida del día. Pero, ¿qué ocurre en tu organismo si tomas este batido todos los días en el desayuno?

Lejos de ser una simple combinación de ingredientes, este hábito de todos los días tiene implicaciones nutricionales concretas, según nutricionistas. A continuación, te explicamos los beneficios, posibles riesgos y consejos para que este hábito de tomar licuado de fresa con leche de almendras sea parte de una dieta equilibrada.

Beneficios de tomar licuado de fresa con leche de almendras en el desayuno

Las fresas no solo aportan sabor, sino también son una fuente notable de antioxidantes, especialmente vitamina C, polifenoles y antocianinas, que contribuyen a combatir el estrés oxidativo y la inflamación celular. Por su parte, la leche de almendras aporta pocas calorías, no contiene lactosa y puede ser una alternativa valiosa para personas con intolerancias o que siguen una dieta basada en plantas. Pero no todas las versiones son iguales.

El licuado de fresa con leche de almendras por el desayuno es fácil de digerir, y si agregas ingredientes como chía o avena, favorece la salud intestinal y la saciedad. La combinación de fresas con leche de almendras y semillas puede formar una comida funcional si se equilibra bien.

Un licuado de fresas con leche de almendras puede aportar entre 70 y 150 kcal, dependiendo de los ingredientes. Si no lo complementas con proteínas, grasas saludables o cereales integrales, es probable que tengas hambre una hora después. Según nutricionistas, el desayuno es un momento estratégico para ingerir proteínas. Si tu batido solo contiene estos dos ingredientes, podrías necesitar reforzarlo con algo más durante todos los días.