Papa Francisco

Funeral del Papa Francisco: Así luce su tumba y qué secretos oculta el féretro donde reposa en Roma

El Vaticano difundió este domingo las primeras fotos de la tumba donde reposa el papa argentino.
domingo, 27 de abril de 2025 · 11:10

El Papa Francisco ha encontrado su descanso final. Bajo la vastedad silenciosa de la Basílica de Santa María la Mayor, su tumba luce con con la misma humildad que definió toda su vida, mientras que muchos fieles se encuentran enfocados en los secretos que oculta el féretro donde reposa en Roma

El Vaticano difundió este domingo las primeras fotos de la tumba donde reposa el papa argentino. La lápida blanca, fría al tacto y sosegada en su apariencia, resiste a cualquier atisbo de grandilocuencia. Suspendida sobre ella, como una sombra protectora, cuelga una reproducción de la vieja cruz de hierro que Francisco llevó durante su pontificado, recordando su incansable anhelo de humildad, incluso frente a la eternidad.

La elección del Papa Franciso de tener una tumba sencilla 

El Papa Francisco, fiel hasta su último suspiro a su idea de una “Iglesia pobre y para los pobres”, dejó instrucciones claras en su testamento: rechazó la tradicional tumba de San Pedro para descansar en Santa María la Mayor, cerca de la venerada imagen de la Salus Populi Romani, un ícono mariano ante el cual tantas veces oró en soledad, lejos de las luces de la plaza vaticana.

“La elección de esta tumba resume su vida: humilde, sencilla, esencial”, explicó el arzobispo a cargo de la basílica. No hubo coronas doradas ni fastuosas inscripciones. Solo una rosa blanca, depositada sobre el mármol por manos anónimas, emitiendo un suspiro perfumado en medio de las oraciones murmuradas.

Apenas un día después de la solemne procesión que trasladó del féretro del Papa Fracisco por las calles de Roma, más de 13.000 fieles ya habían desfilado frente a su tumba. Desde las primeras horas del día, una fila interminable avanzaba en silencio, en una devoción que parecía suspender el tiempo.

EFE

En la penumbra de Santa María la Mayor, bajo una luz tenue que acaricia la piedra, la cruz pectoral de hierro proyecta una sombra suave sobre la lápida, como si velara el sueño eterno de Francisco. Antes de su traslado , el cuerpo del Papa fue velado en la Basílica de San Pedro, donde miles de creyentes pudieron darle el último adiós. El féretro sencillo, sin adornos, resistía a la solemnidad del momento, tal como él lo había pedido.

Los secretos del féretro

Aunque su ataúd de madera revestido de zinc podría parecer modesto en comparación con los tradicionales tres ataúdes (ciprés, plomo y roble) usados en los funerales papales, en su interior reposan secretos  profundos que narran la historia de su vida espiritual:

  • La casulla roja

Sobre su cuerpo, Francisco viste una casulla roja, símbolo del amor, la compasión y la sangre de Cristo. Una elección litúrgica reservada para momentos de sacrificio y devoción máxima, como el Domingo de Ramos o el Viernes Santo.

  • El palio

Encima de la casulla, Francisco lleva un palio blanco con cruces negras, tradicional ornamento papal que representa la carga del Buen Pastor sobre sus hombros. Tejido por las monjas benedictinas de Santa Cecilia, el palio también porta una pieza dorada en forma de clavo, evocando la pasión de Cristo.

  • La mitra blanca

En su cabeza, una mitra blanca con ribetes dorados, que evoca la dignidad y santidad de su cargo. Atrás quedó la pomposa tiara papal de antaño; Francisco, como sus predecesores más recientes, optó por símbolos más sobrios de autoridad espiritual.

EFE
  • El anillo de plata

En su dedo anular derecho descansa un sencillo anillo de plata que usó desde su época como arzobispo de Buenos Aires. El tradicional Anillo del Pescador, emblema de poder papal, fue destruido simbólicamente al momento de su fallecimiento, como manda el ritual.

  • El rosario

Entre sus manos entrelazadas reposa un discreto rosario de cuentas negras y cadena plateada. Un compañero de oraciones que lo acompañó en vida y ahora en su descanso eterno.

Hoy, Francisco descansa lejos de los mármoles imperiales de la cripta de San Pedro, pero más cerca que nunca del corazón del pueblo que amó y sirvió. Su tumba, silenciosa y desnuda de pompas, invita a la reflexión: en el final de todo, no importan las glorias humanas, solo la verdad del espíritu que, como su humilde cruz de hierro, atraviesa la eternidad.