Bomba Atómica

¿Qué sucedió el 6 de agosto en Hiroshima, Japón?

Para los pilotos que estuvieron en la misión, se trató de un acto de guerra que supieron cumplir con integridad, jamás hubo resentimiento por lo que habían hecho
miércoles, 5 de agosto de 2020 · 20:12

La madrugada del 6 de agosto, un avión sobrevoló el cielo de Hiroshima. Sonó, como casi todas las madrugadas del último mes, la alarma antiaérea. Nadie en la ciudad se preocupó. Era un B-san (Señor B), como los japoneses llamaban a los B-29 del ejército de Estados Unidos. Pero ese B-29 no era cualquier aeronave, era el Straight Flush comandado por Claude Eatherly, integrante del Grupo de Operaciones 509. Eatherly debía trazar la ruta que sólo una hora después haría el Enola Gay y comprobar las condiciones meteorológicas. Desde el cielo, la ciudad se veía con gran claridad. Eso informó Eatherly.

El Enola Gay continuó su marcha con confiada tranquilidad. “Little Boy” (el nombre con el que habían apodado a la bomba atómica) esperaba ser lanzada. Una hora después el Enola Gay ya sobrevolaba Hiroshima. Eran las 8:15 horas del 6 de agosto de 1945. Se trataba del último minuto de una era y del comienzo de la era atómica.

El Grupo de Operaciones 509 sería el encargado de la misión, conformado pocos meses antes en Utah para ser trasladados en mayo de 1945 a la base de Tinian. Habían elegido a los mejores pilotos de su generación. No podía haber margen de error, se necesitaba experiencia, habilidad, coraje y templanza para la misión.

El proyecto secreto que cambió al mundo

El director general del Proyecto Manhattan, el general George Groves pidió que todo el operativo fuera registrado. Así a pesar de que no era común ver el despegue de los aviones, para esta ocasión, fue iluminada por reflectores y que las cámaras pudieran registrar el momento. Uno de los aviones del contingente era el encargado de filmar y fotografiar lo que después conoceríamos como El Hongo Atómico.

Durante el vuelo se terminó de ensamblar la bomba. Fue un procedimiento que se diseñó para evitar riesgos innecesarios en el despegue. A las 8:15 horas se abrió la compuerta automática creada especialmente para la ocasión, y “Little Boy” se desprendió desde el cielo con un objetivo: Hiroshima.

Lo que vivieron momentos después los pilotos de la misión, no se comparaba con nada que hubieran sentido antes. El copiloto Robert Lewis, que había aspirado a comandar la misión, dijo entre dientes:

“Dios mío ¿Qué hicimos?”. Después contó: “Ahí abajo había una ciudad y de pronto no estuvo más. Fue como si una boca gigante la hubiese aspirado en un segundo”.

Nunca hubo remordimiento, para los pilotos se trató de un acto de guerra, una misión que supieron cumplir con probidad, el fin de una guerra, pero también de un profundo resentimiento y dolor para Japón y sus aliados.

Un nuevo ataque volvió a sacudir Japón el 9 de agosto. En este caso el objetivo era Korura, otra ciudad estratégica, pero la mala visibilidad esa mañana hizo imposible el lanzamiento por lo que el piloto, Charles Sweeny, tuvo que elegir de forma apresurada un destino secundario, ya que el avión no podía volver a aterrizar con la bomba a bordo.

El avión, se dirigió a Nagasaki, que ni siquiera era uno de los objetivos iniciales, y poco después de las 11:00 horas soltó el proyectil, con el nombre clave 'Fat man', que explotó con una potencia de más de 20.000 toneladas de TNT.

Los ataques sin precedentes, hicieron que Japón aceptará negociar su rendición incondicional; así finalizaría la Segunda Guerra Mundial el 2 de septiembre de 1945, la última ocasión en la que una bomba atómica fue utilizada.